Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

viernes, 5 de julio de 2013

Eres un quiero y debo, y te quiero, te quiero...

Las palabras más bonitas, sin ser poeta. Los bersos de su boca a la mía. Yo no creía en los segundos amores. Siempre pensé que el primero es el que marca, el resto son una artimaña para olvidar. Hasta que empieza siendo una artimaña y te vuelves a enamorar. Porque aunque él nunca llegará a saberlo fue mi salvación. 
Cuando estaba en el suelo él me dio la mano y me invitó a pasear. Paseos que cada vez se acercaban más a su destino; mi corazón. Y llegó con sus sonrisas sus tonterías de niño grande. Sus mordiscos y sobretodo su forma de ser. No puedo recordar sus ojos azules sin que se me caigan menos de dos lágrimas. Ni sus dos pendientes negros.
Y ahora, sin haberle perdido todavía ya le echo de menos. No soporto verle. Es un constante " me muero de ganas de comerle la boca, de hacernos poesía". 
Su piel clara al sol a lo lejos, el sonido de su risa... Me encantaba su risa. Su forma de caminar, de moverse. De arrojarse a la piscina como quien se arroja a un abismo. Que me doy a la cerveza no al alcohol solo para recordar el color de su pelo.
Y le quiero, y es lo que debo hacer, pero no es el momento. Espérame. Volveré.

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