Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Hijo de la gran.

Hijo de puta. Y siento que no haya otras palabras para nombrarte.
Cuando la rabia se apodera de ti, igual que la noche de las tardes de invierno...
Espero que a sus nuevas conquistas les diga que conmigo follaba. Y no solo eso, me hacia el amor. Los que importan son los primeros y los últimos lo demás simples sucesiones. Ojalá me recuerde. Ojalá no pueda sacar mi puta sonrisa de su cabeza, ni olvidar mi forma de mirarle pidiéndole guerra una y otra vez. Pero al fin y al cabo, solo es eso, un hijo de la gran puta. Aunque este dolor no se vaya ni a los mil insultos.
Ya no quiero su saludo, ni mendigare más una mirada. Que te den.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Despedida.

Carta de despedida mi ex.
Tal vez te preguntes porque te dedico unas palabras especiales, si al fin y al cabo todo el mundo ignora que algun día fuimos. Si ni tan siquiera me saludas cuando nos cruzamos y ni fuiste el que más me quiso ni el que mejor me trató. Pero bueno, solo quería decirte que en mi queda algo, siempre quedó. Al igual que en ti, que ya no sé si es odio, cariño o simplemente buenos recuerdos. Estuviste conmigo en la mejor etapa de mi vida y te llegué a querer más que a nadie. Ahora que ha pasado el tiempo puedo decirlo con seguridad. Aquello era amor, yo estaba enamorada de ti. Y tal vez por eso quede algo, o tal vez porque fueras el primero. Solo quería decirte eso. Ojalá que no me guardes el rencor que yo a veces siento cuando regalas tus besos. Pero bueno, supongo que para eso ya es tarde.

Espero que esto solo se un hasta la vista.

Una noche más aqui me encuentro escribiendo sin más inspiración que mi propio insomnio, como si cuatro putas palabras fueran a aliviarme este dolor. Porque puede que sea de las últimas veces que escriba, y lo mínimo sería despedirme.
Comenzando por mi familia, esos abuelos que me criaron y esos padres que dieron todo por mi y que siempre intentaron hacerme feliz. Estoy enormemente agradecida, nunca me faltó de nada a su lado.
A todas esas amigas que compartieron conmigo mis mejores momentos y sobretodo me apoyaron y escucharon en los malos momentos.

jueves, 12 de septiembre de 2013

No hay nada como las noches de verano.

'Y no hay nada como las noche sde verano, no hay nada como las ganas que te tengo.'
El alcohol mezclado con el amor. Unas sábanas por el suelo y nuestros cuerpos rozándose. Y así, después de todas sus palabras bonitas, me hizo el amor. Y me dormi en sus brazos y por primera vez me sentí segura, que aquello era de verdad. La protección de 'te tapo por si te resfrías'. Las caricias constantes y los besos por la espalda. Dormir en su pecho y al abrir los ojos ver su sonrisa. Y pasarnos el día sin salir de esas cuatro paredes, porque no nos hacía falta mucho más.
Las noches en las que nos comiamos y nos follábamos como animales.
En la oscuridad de la noche, con Fito de fondo y las estrellas de espectadoras. No hay nada más orgásmico. Tu voz susurrándome al oído groserías para después acabar las frases con un ''te quiero''.
Somos el claro ejemplo de que follar puede acabar siendo hacer el amor. Es lo mismo, pero más bonito. Pasar del puro placer y atracción a los sentimientos. De ser solo un cuerpo a alguien importante.

Ojalá nada cambiara.

Seguridad, estabilidad. Un saber que hay alguien ahí, que no es sin ti. Saber que él te quiere. No creo que pueda pedirse mucho más.
"Un verano cogidos de la mano, y nos hemos pasao' noches enteras..."
Noches, tardes, días. Juntos, que al fin y al cabo es lo importante. Un "siempre juntos" que no se puede olvidar aunque se acabe con un "nunca". El once de julio no es nada comparado con todos los momentos que pasamos.
La emoción de ir a buscar a esa persona a una estación de tren, los nervios antes y el abrazo de recibimiento. Ese abrazo en el que por unos instantes flotas en el aire.
Las tardes en las que caminábamos simulando ser equilibristas sobre los raíles del tren. Como una verdadera metáfora de la vida; por alguna razón me daba la mano. Y si me caía el estaba para sujetarme. Nos sentabamos en un banco y luego todo se resumía en besos, abrazos y sonrisas. Sonrisas y risas, nunca faltaban. Alguna que otra vez hacíamos poesía (cuando digo poesía me refiero al amor). Le miraba a los ojos y aunque fueran azules con el mar, ese mar nunca fue de dudas.
Y luego las malditas despedidas, las odio desde siempre. Apurando el último beso antes de que nos pillara el tren. Y ojalá esto nunca cambiara.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Yo siempre fui una rebelde.

Como cuando el verano se nos va de las manos, como esa incertidumbre de saber que pasará. Y hablo de ti, de mi, de nosotros. Incluso de él.
Porque volverá a cruzarse en mi vida, o en algún pasillo del instituto. Miraremos a la pared pero en el fondo siempre nos quedará esa pequeña sensación de "un día fuimos". Y en el fondo es bonito pensar que alguna vez la persona que mas quisiste al menos sintió algo por ti. Y que al menos siente, aunque sea asco.
Y luego estamos tú y yo, amor de verano que comenzó en febrero. No pude evitar aferrarme a él como un enfermo a la vida. Y sé que es la persona correcta, lo que debo hacer.

Pero yo siempre fui una rebelde.