Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

viernes, 1 de marzo de 2013

Heroína, me disfracé de adicción.



Por una noche me convertí en la mujer maravilla, toda una heroína solo por convertirme en eso, en tú droga. Mezclar los objetivos de salvar al mundo con los de conquistar tu corazón. Cómo único poder mis besos.

Noche de febrero. Las estrellas y los copos se turnaban para gobernar el cielo, ambos lo hacían precioso. Pero ninguno conseguía hacerle sombra a sus ojos. Nos miramos como antaño. Después de dos semanas separados nos debíamos más que nunca. Comprobé lo que era volar con un solo suave roce de labios. Lo interesante es que emprendí el vuelo y ya sin ni siquiera capa, sobraba.
No pudimos evitar los reproches, es lo que tiene quererse. Por fin hablar de corazón, dejando de lado ese orgullo tan propio de él. No iba disfrazado de héroe pero tenía el poder de dejarme rendida a sus pies. Mi puto talón de Aquiles.
Como en toda película romántica caminamos de la mano mientras me abrazaba para quitarme el frío. Todo ello para acabar en el coche de su hermana. En un milisegundo todo por los suelos y nosotros en los asientos traseros. Su miraba se clavaba profundamente en la mía, nunca habíamos estado tan conectados. Medias rotas y todo lo sucesivo, y en la ventana de un coche, escrito en la nieve a dedo, te quiero Sergio.

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