Dicen que no hay poder más fuerte que el que la mente posee. Puedes dejar de sentir dolor, puedes auto engañarte, auto convencerte. Hacerte creer a ti misma de que todos aquellos recuerdos que guardas son fruto de tu imaginación. Y llega un punto en el que ya no sientes nada, como si no tuvieras pasado. Eliminas los momentos junto algunas personas, porque quieras o no, recordar duele. Te paras a mirar hacia atrás y ya dudas si algo de lo que "sueñas" en realidad sucedió, pero no te detienes demasiado, tienes miedo de que te haga daño. Y la vida continúa.
Continúa hasta que el protagonista de esos recuerdos que te empeñaste olvidar regresa. No te importa como vuelva, solo eres feliz porque ha entrado en tu vida sonriendo. Y no entra, vuelve porque algún día ya estuvo ahí. Sigues con tu vida como si fuera alguien a quien acabas de conocer, pero llega el momento en el que recuerdas. Recuerdas que en las despedidas, al lado de "un beso" venía un "te quiero". Que no era un solo beso en la mejilla. Que ya te ha llamado muchas veces "enana". Que sabe tus apellidos y que realmente te conoce. Ese es el punto en el que te das cuenta de que tal vez aquello sucedió, tal vez fue real. Tal vez nos quisimos y tal vez le sigo queriendo. Tal vez...
No hay comentarios:
Publicar un comentario