Éramos tú y yo. Ni siquiera querías oír razones, habías ido solo para irte, y para siempre. Qué metáfora. Tus ojos verdes a menos de un milímetro diciéndome "hasta nunca". "¿Me vas a dejar así?" fue lo único que supe articular. Tu posterior "ólvidame" junto con tu huida chapotearon en mi cubata y dejaron aquel callejón aún más oscuro si cabía.
Desde ese día he intentado olvidarte como me ordenaste. Lo he intentado por todos los medios posibles ¿sabes?. En cierta manera me he resignado, al fin y al cabo tú fecha de ida siempre ha sido abril. Maldito abril, por algo todos los poetas te cantan. No sé si me queda esperar a que vuelvas en algún octubre a curarme del frío o simplemente buscarme otro abrigo.
Sergio, ya no sé si ni siquiera eres. Cuando no estás conmigo no eres. No eres tú. Aunque todos los engaños resultan puñetazos. Cambiarme por la primera que pasa un sábado cualquiera... ¿Qué harás ahora que ya no estás conmigo? Me han dicho que ahora sigues a una rubia, a esa rubia. Yo me planteo: ¿el amor era eso?¿el amor es algo que se esfuma con una simple cara bonita?.
Como siempre el olvido no te sienta tan mal, es más, te veo mejor sin mi. Yo no te voy a decir eso de que me alegro de que seas feliz, no. Y ya ni rotos, ya ni siquiera nada...
No hay comentarios:
Publicar un comentario