Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

domingo, 15 de enero de 2012

Imposible es no quererle.

Una tarde de domingo. Una de esas asquerosas a las que no les encuentras mucho sentido. Llovía a mares, era pleno invierno pero a ella nada de eso le importó. Se montó en el tren decidida a ir a verle. Pasaba las estaciones, y poco a poco se ponía nerviosa pensando en el momento en el que se iban a ver.
Llegó a la estación. Él estaba sentado en el banco de siempre. Playeros nuevos, pantalones vaqueros y esa sudadera azul que a ella tanto le gustaba. Se sonrieron y pasearon hablando de tonterías.
Llegaron al instituto, ese al que él iba cada día. La tarde pasó volando entre risas y tonterías, entre te quiero's y abrazos. Entre preciosa guapa, feo tonto. La hora de despedirse fue mortal, ella se hubiera quedado junto a él para siempre pero debía irse en tren. Dos besos clandestinos como su amor y un hasta luego, ya hablamos. Lo que él sintió lo desconozco. Ella se fue pensando como se puede querer tan fuerte. Cuando empezó a quererlo tanto. Recordó su olor, ahora en su ropa. Sus ojos verdes mirándola y su sonrisa. Su voz en sus oídos repitendo "te quiero" y cada abrazo.

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