Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

martes, 29 de mayo de 2012

Ya no me queda nada.

Ni ganas de esperar, ni fuerzas para esperarte. Ni tiempo para seguir pensando en ti, ni días para verte. Aunque me duela en el alma verdaderamente lo que fue nuestro ahora es un "nunca jamás". Un imposible, el mayor de los imposibles. Ni siquiera me quedan nudillos para seguir dando ostias, ni lágrimas. Aún guardo las palabras que me decías, esas que el viento se llevó. Las guardo junto al billete de tren de la última vez que fui a verte, junto a la entrada de cine. Guardo todo eso porque nunca volverá a repetirse y como todos saben eso hace que mi primavera no sea primavera, ni mi vida se pueda llamar vida.  Solo me gustaría que las horas y los días corriesen hasta que tú volvieras junto a mi, pero he llegado al punto en el que me he dado cuenta de que ese momento no ocurrirá. Me gustaría deshacerme de todo eso, incluso de su recuerdo, pero no puedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario