Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Eras el chico que siempre busqué.



Tenías todo lo que buscaba, todo lo que soñaba. El chico que siempre quise cuando era pequeña. Ese príncipe azul de ojos verdes y pelo castaño. Sensible, lleno de palabras bonitas y la causa de todas mis sonrisas. Loco, su dulce locura llegaría a volverme loca a mi también. Y nos casaríamos y no viviríamos en un castillo, pero si con dos gatos de color negro desafiando a la suerte. Sería médico y nuestros hijos tendrían el color de sus ojos. 
El príncipe llego a mi vida y fue azul, pero un día se volvió gris. Siguió con sus ojos verdes y su pelo, pero nunca volvió a ser el mismo. Las palabras bonitas se quedaron en palabras que ni siquiera fueron sinceras. Pagué cada una de aquellas sonrisas con mil lágrimas. Su locura, su locura siguió enamorando a muchas otras. De casarnos de hablar, y todos aquellos planes a la basura. Tal vez desafié demasiado a la suerte enamorándome.


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