Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

martes, 7 de agosto de 2012

"Te dejo."

Te dejo es jódete escrito al revés. Me quedó grabado a fuego aquella fría tarde de finales de abril. En aquel momento, las palabras no sonaron como un despecho, sino como un cóctel amargo de desilusión y fracaso. Apenas un par de horas antes, yo era una feliz. Una niña ingenua, enamorada, tonta y feliz. He puesto feliz dos veces pero así es como me sentía. Buscaba en el diccionario de sinónimos y solo me salía esa palabra repetida infinitas veces: feliz, feliz, feliz.. Tenía el corazón contento, lleno de alegría, como cantaba Marisol, y como ella, puse rumbo a buscar a mi alma gemela, mi chico, mi todo, que a las siete salía de su sesión de tenis.
Tres meses y dieciséis días juntos. A mis quince años. Fue mi primer amor, el más intenso, el que te agarra de las entrañas y te arrastra, da la vuelta por completo y vapulea las emociones. Vista, tacto, gusto, oído, olfato, noqueados, desordenados, salvajes, satisfechos. Le quise, me quería, éramos invencibles, distintos, animales, sabios contestatarios, inmortales. Éramos uno y lo éramos todo: tú, mí me conmigo, yo, mí, me, contigo. A, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, so, sobre, tras. Caminábamos sobre las aguas turbulentas del día, vivíamos el momento a zancadas.
Nos enamoramos, desgastamos nuestros besos en aquel sitio horrible. Para nosotros: el paraíso. Crecimos, maduramos, tuvimos crisis, las superamos. Teníamos la vida por delante. Fui lo suficientemente feliz, como para recordar que una vez, en algún momento, fui feliz. 
Pero la vida es una tómbola, una noria y tardamos poco menos de una hora en sentenciar nuestro fin. Así de frágiles éramos. Así de fuertes. En aquel momento me sentí como cuando el Coyote persigue al Correcaminos, cruza el acantilado y camina en el aire hasta que se da cuenta de su absurdo. Entonces se precipita al vacío sin remedio. Yo también llevaba demasiado tiempo caminando sobre el vacío.

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