Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

sábado, 25 de agosto de 2012

Otro capítulo para contar.




En un giro de cabeza le vi. Ahí estaba mi obsesión de siempre, no sé si bebiendo su cerveza como cuando estábamos juntos o cualquier otra cosa. Ni un solo cruce de miradas. El tequila en ese momento fue mi único refugio. Un refugio traicionero, hasta él me recordaba cuando en esa misma barra un día, brindé con en chico de los ojos infinitos por nuestro amor. Luego viene la parte en la que finges que te da igual verle delante tuya con otra. Bebiendo hasta las copas de los árboles para sonreír, hasta lo pierdes de vista. 
Regresas a la estación de bus donde tanto os quisisteis pero parece que solo los recuerdos habitan en tu mente. Llega el bus y te sientas sola, porque es lo único que deseas. Pero en ese momento llega él y se sienta a tu derecha mientras tú comes un chicle para quitarte el olor a alcohol. Te mira con sus ojos verdes y después de dos semanas te habla. Y me rompió todos los esquemas en un cuarto de milisegundo. Notas como te empieza a abrazar y dos besos después te tiene a sus pies, robándote de nuevo no solo el chicle; el corazón.

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