Esta es la historia de la primera y última vez que me enamoré. A veces pienso que todo lo que te quise de algo habrá valido. Y no me jode por los sueños, me jode por los inviernos que parecían primaveras. Ningún amor de verano podrá darte el calor que yo te daba en invierno. Y aunque te eche de menos a morir, hay amores eternos que duran lo que dura un invierno. Sigo hablando de sus ojos cuando me preguntan por mi color favorito. Desde el día que se fue la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido.

lunes, 13 de febrero de 2012

Sergio.

Creía que estabas más vivo que muerto, que eras más alegre y equilibrado. Pensé que eras más  un donjuán que  un intento  de principe azul desteñido. Te encantaba el  verbo encantar y lo  usabas con frecuencia para encantar a  las chicas  encantadoras  como yo. A veces me sobraban ñoñerias y alguna que otra muestra de  cariño; llegaba  a  ser asfixiante  el hecho de que creases esa imagen de dependencia que tenías, aunque estoy segura de  que en  realidad no existía ningún lazo que nos uniera. Te advertí que no podrías soportarme los días que me levantase con ganas de guerra, te lo dije y tú te creíste capaz de todo, te nombraste superhéroe  y luego te derrumbabas mientras discutías mi forma de ser. Te decepcionabas y yo me mostraba indiferente intentando salvarte a tiempo. Me gustabas porque me llamabas nena mas de tres veces  al día y, a ratos, parecías completarme

No hay comentarios:

Publicar un comentario